Una reciente operación militar de Estados Unidos en el Caribe tuvo como objetivo a personas descritas como «narcoterroristas», y resultó en la muerte de tres personas. El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, confirmó que la operación, que tuvo lugar el sábado, es una parte importante de la campaña estadounidense para luchar contra el tráfico de drogas en la región. El ataque es uno de varios ataques recientes a embarcaciones sospechosas de estar involucradas en el contrabando de drogas.
En respuesta al aumento informado de la actividad relacionada con las drogas, Estados Unidos ha aumentado su presencia militar en el Caribe. Eso incluye el despliegue de barcos de la Armada y aviones de combate furtivos F-35 en Puerto Rico como parte de una estrategia más amplia para abordar la creciente crisis del narcotráfico que afecta tanto a Estados Unidos como a los países vecinos.
Según informes, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo más de 15 ataques contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico desde principios de septiembre, matando al menos a 65 personas. Este aumento de la acción militar ha generado preocupación entre los gobiernos regionales, lo que ha llevado a criticar la estrategia estadounidense por considerarla potencialmente excesiva.
En una declaración en las redes sociales, Hegseth habló sobre la última operación y dijo que se creía que el barco, que supuestamente estaba bajo vigilancia de la inteligencia estadounidense, estaba involucrado en actividades ilegales. Sostuvo que las personas a bordo representaban una amenaza directa para Estados Unidos, reforzando la narrativa estadounidense de que esta acción militar era necesaria para la seguridad nacional.
Sin embargo, muchos expertos expresan serias preocupaciones sobre la naturaleza de estos ataques, calificándolos de ejecuciones extrajudiciales. Argumentan que, si bien Estados Unidos afirma estar apuntando a traficantes conocidos, hay una falta de transparencia y pruebas insuficientes de que estos individuos representaran una amenaza inmediata o estuvieran involucrados activamente en el contrabando durante las operaciones.
En respuesta a las críticas, el jefe del Pentágono reafirmó el compromiso de Estados Unidos de erradicar el tráfico de drogas y dijo sin rodeos: «Continuaremos persiguiendo… y matando» a quienes se cree que están involucrados en estas operaciones ilegales. La firme postura subraya la determinación del gobierno de abordar los problemas relacionados con las drogas y provoca un polémico debate sobre las implicaciones de la intervención militar para la aplicación de las leyes antidrogas en aguas internacionales.












