El ejército estadounidense ha intensificado su campaña contra militantes vinculados a las drogas en el Caribe, atacando recientemente lo que los funcionarios están clasificando como un barco narcoterrorista. Esta operación resultó en la muerte de tres presuntos contrabandistas y se llevó a cabo bajo la dirección del presidente Trump. El secretario de Defensa, Pete Hegsett, confirmó el ataque en una publicación en la plataforma de redes sociales X, destacando que se sabía que el barco contrabandeaba drogas ilegales y se encontraba en una ruta reconocida de tráfico de personas en el momento del ataque.
Hegseth dijo: «Estos narcoterroristas están trayendo drogas a nuestras costas para envenenar a los estadounidenses en casa, y no van a tener éxito», prometiendo adoptar un enfoque duro similar a operaciones pasadas contra grupos como Al Qaeda. Destacó que la huelga formaba parte de una «ofensiva marítima» contra los cárteles transnacionales, la decimoquinta operación bajo la iniciativa desde septiembre. Funcionarios del Departamento de Defensa informaron que la acción militar estadounidense en este contexto ha resultado en la muerte de al menos 64 personas asociadas con presuntos grupos narcoterroristas.
El presidente Trump describió los ataques como medidas necesarias para detener el flujo de drogas hacia Estados Unidos. Sostiene que los cárteles de la droga se han transformado en organizaciones terroristas transnacionales, enmarcando la situación como un «conflicto armado» bajo una autoridad similar establecida después de los ataques del 11 de septiembre. La declaración generó preocupación entre los legisladores sobre la transparencia y la justificación legal de tales acciones militares.
En respuesta al aumento de la actividad militar, los demócratas del Senado exigieron una mayor claridad en la base jurídica de estas operaciones. La carta, firmada por varias figuras prominentes del Senado, incluido el líder de la minoría Chuck Schumer, pedía a la administración que divulgue detalles de la justificación legal de los ataques, así como que aclarara qué grupos están siendo atacados según la directiva del presidente. La carta enfatizó la necesidad de transparencia con respecto a las opiniones legales asociadas con estas operaciones y una lista completa de organizaciones clasificadas como objetivos.
Además, el liderazgo bipartidista del Comité de Servicios Armados del Senado envió cartas al Secretario Hegsett, exigiendo que el Pentágono explique el marco legal que respalda los ataques e identifique qué cárteles han sido designados oficialmente como organizaciones terroristas. El llamado a la rendición de cuentas refleja la creciente frustración por supuestas revelaciones selectivas sobre las operaciones militares estadounidenses contra los cárteles de la droga en la región.
A medida que continúa la campaña, las operaciones en curso subrayan un cambio significativo en la política estadounidense hacia una acción militar agresiva contra las organizaciones narcotraficantes, lo que plantea cuestiones apremiantes de legalidad, supervisión e implicaciones más amplias para la participación de Estados Unidos en el Caribe.












