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El Líbano enfrenta el desafío de desarmar a Hezbolá en medio de compromisos de alto el fuego

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El Líbano se enfrenta a la difícil tarea de desarmar a Hezbollah antes de fin de año, como resultado de un acuerdo de alto el fuego con Israel después de un largo conflicto. Según se informa, las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) han agotado sus reservas de cargas de demolición tras una extensa campaña para desmantelar numerosos depósitos de armas pertenecientes a Hezbollah, particularmente en el sur del Líbano. La iniciativa es parte de una tregua integral fijada para noviembre de 2024 que pondría fin a más de un año de feroces combates entre las fuerzas israelíes y las milicias respaldadas por Irán.

Los términos del alto el fuego aparentemente permiten que sólo las fuerzas gubernamentales en el Líbano retengan armas, lo que provocó un esfuerzo de desarme sin precedentes centrado en Hezbolá. A medida que avanzaba la campaña militar, las LAF se encontraron en una posición difícil al quedarse sin el equipo de voladura necesario. Actualmente, la fuerza tiene la tarea de sellar y proteger los sitios de armas restantes en espera de nuevos envíos de explosivos desde Estados Unidos.

En respuesta a las necesidades inmediatas del Líbano, Estados Unidos proporcionó una ayuda significativa, prometiendo 14 millones de dólares en explosivos y equipos, así como 192 millones de dólares adicionales en ayuda militar más amplia. Sin embargo, los obstáculos logísticos significan que estos suministros podrían tardar meses en llegar, lo que complicaría aún más los esfuerzos de desarme.

Ante estos desafíos, los funcionarios estadounidenses han aumentado la presión sobre el gobierno libanés para que continúe desmantelando las capacidades militares de Hezbollah. Los recientes compromisos diplomáticos en Beirut, particularmente entre el embajador adjunto de Estados Unidos para Medio Oriente, Morgan Ortagus, y el presidente libanés, Joseph Aoun, han reforzado este compromiso.

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Para monitorear y localizar eficazmente objetivos militares de Hezbollah, las LAF dependen de la inteligencia, facilitada por un grupo de coordinación liderado por Estados Unidos que incluye a Israel, Francia y fuerzas de paz de la ONU. Sin embargo, según fuentes militares, las operaciones militares se vieron obstaculizadas por las interrupciones debidas al fuego israelí, así como por la continua ocupación de lugares estratégicos a lo largo de la frontera, lo que complicó el proceso de inspección.

La situación se complica aún más por el inestable panorama político en el Líbano. Aunque Hezbollah sufrió pérdidas significativas durante el conflicto, lo que debilitó su posición, el grupo no se opuso activamente a la iniciativa de desarme en la región sur. Sin embargo, sostiene que los esfuerzos de desarme deben detenerse en el río Litani, lo que señala un punto de discordia.

A los analistas militares les preocupa que ampliar los esfuerzos de desarme hacia el norte sin un acuerdo político firme pueda aumentar las tensiones sectarias, con el riesgo de una división en el ejército libanés. Naim Qasem, líder de Hezbollah, describió el enfoque del ejército como «bueno y mesurado», pero advirtió que las acciones dirigidas a la comunidad chiíta podrían provocar una reacción violenta. Subrayó que cualquier solución duradera requeriría un acuerdo político, que actualmente parece fuera de alcance. Un funcionario libanés cercano a Hezbollah sugirió que la estrategia del ejército parecía ser de paciencia, esperando que el tiempo condujera a un ambiente político más favorable.

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