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El ministro de minas y energía de Brasil aboga por la capacidad nuclear en medio de garantías de usos pacíficos

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El 5 de septiembre de 2025, el ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, enfatizó la intención del país de ampliar sus capacidades nucleares, señalando una posible transición hacia un uso militar a largo plazo. Esta declaración está directamente relacionada con el conocido programa PROSUB, que tiene como objetivo promover el desarrollo tecnológico y estratégico de Brasil en el campo nuclear. Las declaraciones del ministro generaron preocupaciones sobre el uso de la energía nuclear por parte de Brasil, lo que llevó al ministerio a aclarar que, según la Constitución Federal, las actividades nucleares de Brasil tienen fines exclusivamente pacíficos.

Estas explicaciones se dieron en un contexto en el que la dinámica nuclear internacional y regional está marcada por crecientes tensiones geopolíticas y un mayor gasto militar. El Programa de Desarrollo de Submarinos de la Armada de Brasil (PROSUB), vigente desde 2008, prevé la construcción de cuatro submarinos clase Scorpène y un submarino de propulsión nuclear, además de la infraestructura naval necesaria.

Los comentarios del Ministro Silveira parecen desafiar la naturaleza del actual programa nuclear de Brasil. Los submarinos nucleares (SSN) están diseñados para incorporar reactores especializados que proporcionan mayor sigilo, velocidad y durabilidad operativa. Históricamente, los sistemas de propulsión nuclear se implementaron en buques de guerra a mediados del siglo XX, con ejemplos notables que incluyen el submarino estadounidense USS Nautilus.

En 2024, los países del P5 más la India contarán con un total de 130 submarinos nucleares. Estados Unidos, Francia y el Reino Unido mantienen amplias flotas de SSN, lo que subraya la creciente dependencia global de esta tecnología. Al mismo tiempo, se está trabajando para modernizar las fuerzas navales de varios países, incluidos los submarinos clase Virginia de la Marina estadounidense y los rompehielos clase Ártico de Rusia.

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Brasil se encuentra ahora entre los estados que operan SSN, junto con Australia, cada uno de los cuales es un estado sin armas nucleares. Esta evolución está plagada de complejidades relacionadas con la naturaleza de doble uso del uranio altamente enriquecido (UME), un componente crítico tanto en las armas nucleares como en los fines nucleares pacíficos. A medida que Brasil avanza en su proyecto de submarino nuclear, es fundamental garantizar el cumplimiento de las regulaciones internacionales, como las establecidas por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Como parte del PROSUB, Brasil está desarrollando su reactor nuclear y su combustible con apoyo técnico de Francia. El programa marca un capítulo clave en la cooperación bilateral, fortaleciendo las capacidades marítimas de Brasil. Los acontecimientos recientes indican un progreso constante en la construcción de los submarinos de clase Riachuelo, con los dos primeros ya en servicio y otros programados para su despliegue.

Si bien las iniciativas navales de Brasil representan un salto significativo en la capacidad de defensa, también arrojan una sombra sobre la dinámica de seguridad regional. Argentina, una potencia marítima históricamente formidable, enfrenta desafíos con su flota de submarinos, ya que no ha tenido submarinos operativos desde 2017 y lucha con los esfuerzos de modernización. Esta diferencia de poder naval entre los dos países sudamericanos puede afectar futuras discusiones sobre seguridad regional.

A medida que las ambiciones navales de Brasil se desarrollan en medio de un creciente gasto en defensa y la inestabilidad regional, surgen preguntas sobre la adhesión a los tratados internacionales de no proliferación nuclear y las posibles implicaciones para sus relaciones exteriores. La modernización militar de Brasil y sus capacidades navales, con un enfoque estratégico en preservar su integridad territorial y afirmar su influencia regional, están adquiriendo cada vez más importancia en la defensa sudamericana. Los resultados de estas iniciativas pueden redefinir no sólo la posición militar de Brasil, sino también el equilibrio geopolítico en América Latina.

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