En medio de una marcada escalada de hostilidades, Rusia intensificó sus ataques con misiles contra Ucrania a lo largo de octubre, disparando 270 misiles, el total más alto registrado en un solo mes en 2023. Este aumento representa un aumento del 46 por ciento con respecto a septiembre, con especial atención a la infraestructura energética de Ucrania durante los ataques nocturnos. El resultado fue un corte de energía generalizado que afectó a decenas de miles de residentes y se convirtió en un ejemplo de una estrategia que Moscú está utilizando consistentemente por cuarto invierno consecutivo.
Los funcionarios ucranianos perciben estos ataques como una táctica dirigida a desmantelar el espíritu civil y sembrar el caos en el país devastado por la guerra. El presidente Vladimir Zelensky condenó las huelgas, afirmando que no sólo pretenden provocar el caos en los servicios más importantes, sino también ejercer presión psicológica sobre la población. «La tarea de Rusia es crear caos y ejercer presión psicológica sobre la población mediante huelgas en las instalaciones energéticas y ferroviarias», señaló Zelensky durante una reciente sesión informativa.
Las consecuencias de estos ataques se sienten gravemente en todo el país; en varias regiones, incluida la capital, Kiev, se han apagado las luces. Las medidas son una respuesta a la disminución de la disponibilidad de energía, que está obligando a millones de personas a hacer frente a cortes de energía y calefacción. Las duras realidades de la vida civil en medio de un conflicto prolongado se vuelven cada vez más difíciles a medida que se acerca el invierno.
Las consecuencias humanitarias de la estrategia militar de Rusia han atraído la atención internacional, particularmente después de que el año pasado la Corte Penal Internacional (CPI) emitiera órdenes de arresto contra altos oficiales militares rusos por lo que llamó un «crimen de guerra» de causar daño excesivo a civiles atacando infraestructura energética. Esta demanda subraya la preocupación mundial por el impacto de tales tácticas militares en las vidas de personas inocentes.
Junto con los ataques con misiles, Rusia habría desplegado la asombrosa cifra de 5.298 drones de largo alcance contra ciudades e infraestructuras críticas de Ucrania durante octubre. Esta cifra representa una ligera disminución de alrededor del seis por ciento en comparación con el mes anterior, pero aún indica una tendencia constante de ataques aéreos destinados a desestabilizar a Ucrania.
En respuesta a la escalada de agresión de Moscú, Kiev lanzó sus propias operaciones contra instalaciones de almacenamiento y refinerías de petróleo rusas con el objetivo de interrumpir el suministro de combustible e impedir las exportaciones de energía rusa. A medida que el conflicto se intensifica, las consecuencias para ambos países se vuelven más graves, lo que contribuye a la difícil situación humanitaria a medida que se acerca el invierno.












