Una iniciativa bipartidista del Senado está presionando por la transparencia sobre los recientes ataques militares a barcos en el Caribe sospechosos de transportar narcoterroristas. Los senadores Jack Reed de Rhode Island y Roger Wicker de Mississippi pidieron formalmente al jefe del Pentágono, Pete Hegsett, que les proporcionara copias de las órdenes relacionadas con estas operaciones.
En una carta del 23 de septiembre, los senadores detallaron las obligaciones legales que rigen la acción militar, enfatizando que los comités de defensa del Congreso deben recibir copias de las órdenes de ataque dentro de los 15 días posteriores a su emisión. Expresaron su preocupación porque el Departamento de Defensa no cumplió con este requisito, lo que indica una falta de supervisión por parte del Congreso.
En su siguiente carta, enviada el 6 de octubre, pidieron al asesor jurídico del Ministerio de Justicia que aclarara el fundamento jurídico de estos ataques militares. Los informes sugieren que se ha preparado una opinión legal que justifica la acción, un documento que los legisladores exigen cada vez más a medida que aumentan las tensiones sobre la estrategia militar de la administración.
Las cartas solicitan una lista completa de todas las organizaciones terroristas y narcotraficantes reconocidas con las que Estados Unidos participa en un conflicto armado no internacional y contra las cuales se puede utilizar la fuerza militar. La oficina del senador enfatizó que estos documentos aún no han sido presentados.
Las preocupaciones sobre las huelgas traspasaron las líneas partidistas. El senador Mark Warner, el principal demócrata del Comité de Inteligencia del Senado, criticó al gobierno por excluir a los demócratas de las sesiones informativas sobre las operaciones, calificándolo de «injustificado y peligroso». Además, los demócratas del Comité Judicial del Senado han pedido una revisión de la justificación legal de las huelgas, argumentando que las acciones contra presuntos traficantes de drogas deben permanecer dentro de la ley.
También surgieron críticas de los republicanos, incluido el senador Rand Paul, quien expresó su preocupación por las consecuencias del uso de fuerza letal sin el debido proceso. Citando datos de la Guardia Costera, Paul señaló que un número significativo de embarcaciones interceptadas por motivos relacionados con las drogas resultan ser inocentes, lo que genera preocupaciones éticas sobre daños colaterales.
El discurso político se está calentando con informes de que el ejército estadounidense está planeando atacar instalaciones militares en Venezuela. Sin embargo, tanto el presidente Trump como el secretario de Estado Marco Rubio desestimaron los informes por considerarlos inexactos.
El miércoles, Hegseth confirmó que el ejército estadounidense había llevado a cabo otra operación contra un barco que supuestamente transportaba narcoterroristas, lo que marcó el decimocuarto ataque contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico desde septiembre. Este último ataque, ocurrido en el Pacífico oriental, mató a cuatro personas a bordo. En total, se informa que 61 personas han muerto en las hostilidades, con tres supervivientes, dos de ellos que ya han sido repatriados.
La negativa del Pentágono a revelar las identidades de los asesinados o pruebas que respalden las acusaciones de tráfico de drogas ha aumentado el escrutinio sobre las operaciones, subrayando la necesidad de rendición de cuentas y supervisión del Congreso en medio de la guerra en curso.












