La salida de Shivambu y Mani: ¿una señal de arribismo político?

La reciente salida de Floyd Shivambu y Mzwanele Mani de la EFF para unirse a uMkhonto weSizwe (MK) plantea una vez más la cuestión de la lealtad y el compromiso políticos.

Para muchos, incluido yo mismo, esta medida reafirmó nuestro escepticismo sobre el poder transformador de la política.

Parece que en lugar de ser un foro para el cambio y el progreso, la política se ha convertido en un escenario para arribistas que están más interesados ​​en el beneficio personal que en servir a la sociedad.

Cuando las figuras públicas cambian con frecuencia sus creencias, surgen dudas sobre sus verdaderas motivaciones.

¿Están realmente comprometidos con un determinado conjunto de principios y valores, o simplemente persiguen ambiciones y oportunidades personales?

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Este constante juego de sillas políticas no sólo socava la confianza pública, sino que también socava la credibilidad del sistema político en su conjunto.

Los ciudadanos consideran que los líderes y los partidos políticos son la fuerza impulsora de cambios positivos en la sociedad.

Pero cuando las celebridades se suman al grupo por razones puramente egoístas, se refuerza la idea de que la política se trata más de carreras individuales que del bienestar colectivo de la nación.

La cuestión es más profunda que las acciones de unos pocos. Refleja un problema más amplio en nuestro panorama político, donde el oportunismo y el interés propio a menudo triunfan sobre el servicio público.

Esta cultura de corrección política destruye el potencial de un progreso significativo y sostenible, dejando a muchos desilusionados con todo el sistema.

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Ha llegado el momento de que nuestra cultura política pase del arribismo egoísta a esfuerzos reales por mejorar la sociedad.

Los líderes políticos deben demostrar un compromiso inquebrantable con los ideales y las causas que representan y priorizar las necesidades del pueblo por encima de sus agendas personales.

Hasta que se produzca ese cambio, muchos, incluido yo mismo, veremos la política con escepticismo y cuestionaremos su potencial para ser un catalizador de un cambio significativo.

La salida de Shivambu y Mzwanele Mani del EFF al partido MK es un claro recordatorio de la necesidad de un liderazgo basado en principios en nuestra esfera política. Sólo entonces podremos empezar a restaurar la fe en el poder transformador de la política.

Los constantes cambios en las alianzas políticas también tienen un impacto significativo en la confianza de la gente en el proceso político.

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Cuando los políticos cambian con frecuencia de partido o forman nuevos partidos, se crea una sensación de inestabilidad e imprevisibilidad.

Los ciudadanos se preguntan si sus representantes electos están realmente comprometidos con los valores y políticas que declaran, o si son simplemente oportunistas que velan por sus propios intereses.

Además, esta tendencia de migración política también puede contribuir a sentimientos de desilusión y apatía entre los votantes.

Cuando la gente es testigo de cómo figuras políticas prominentes parecen anteponer sus carreras a las necesidades de la comunidad, esto puede llevar a una desvinculación generalizada del proceso político.

Esto puede tener un impacto negativo en la democracia, ya que la participación ciudadana activa e informada es esencial para un sistema político estable y receptivo.

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Está claro que necesitamos un nuevo marco para el compromiso político, basado en la integridad, la rendición de cuentas y un compromiso genuino de servir al bien público. No basta con que los políticos hablen de estos ideales; deben demostrarse a través de acciones y decisiones consistentes.

En última instancia, la responsabilidad no sólo recae en los políticos, sino también en los votantes. Debemos exigir altos estándares de comportamiento ético y liderazgo basado en principios de quienes buscan representarnos.

Debemos responsabilizar a nuestros funcionarios electos por sus decisiones y asegurarnos de que se mantengan fieles a los valores y promesas para los que fueron elegidos.

Entonces podremos empezar a cambiar la narrativa en torno a la política de una narrativa de cinismo y desesperación a una de esperanza y posibilidad.

Podemos fomentar una cultura política en la que se respete el servicio público y el bien común prevalezca sobre los prejuicios personales.

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Sólo a través de tales cambios podremos realmente utilizar el potencial de la política como fuerza para un cambio positivo.

  • John es un profesional de la comunicación y ex periodista.

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