La dosis mortal de Matthew Perry: la crisis de ketamina en el punto de mira

Matthew Perry, actor conocido por su papel de Chandler Bing amigosMurió trágicamente el 28 de octubre de 2023. Su muerte conmocionó a muchos seguidores y despertó un renovado interés en el uso recreativo de sustancias como la ketamina.

Jaswin Sangha, de 41 años, junto con otras cuatro personas en agosto, acusados ​​de suministrar amigos estrella con ketamina, lo que le provocó la muerte.

Los otros sospechosos son el asistente personal de Perry, Kenneth Iwamasa, su conocido Eric Fleming y dos médicos, Salvador Plasencia y Mark Chávez.

La acusación añade que Iwamasa administró al menos seis dosis al día los días 25, 26 y 27 de octubre, antes de administrar las últimas tres dosis mortales el 28 de octubre.

La acusación, revelada en un tribunal federal de Los Ángeles, reveló que Iwamasa y Fleming trabajaron con médicos para obtener grandes cantidades de ketamina para Perry en los meses previos a su muerte, informó The Independent.

Ketamina: ¿salvavidas para la depresión o el juego peligroso?

La ketamina promete ser un salvavidas para quienes luchan contra una depresión grave o pensamientos suicidas cuando los tratamientos convencionales han fracasado. Pero sin supervisión médica, esta poderosa droga puede ser peligrosamente adictiva e incluso fatal.

La Sociedad Sudafricana de Psiquiatras (SASOP) advierte de los peligros del uso recreativo y descontrolado de ketamina. Pide precaución a medida que crece su popularidad en las clínicas independientes.

El fármaco se muestra prometedor como tratamiento para la depresión grave resistente al tratamiento y la ideación suicida grave. La ketamina puede ofrecer beneficios que salvan vidas.

Sin embargo, debe realizarse bajo estricta supervisión médica. El abuso o la sobredosis conlleva un grave riesgo de adicción e incluso de muerte, afirmó el portavoz de Sasop, el psiquiatra Dr. Bavi Vithilingum.

Ketamina: un arma de doble filo en el tratamiento de la depresión

La ketamina, un anestésico que se utiliza en humanos desde la década de 1970 y que está catalogado como esencial por la Organización Mundial de la Salud, ha demostrado ser eficaz en dosis bajas para el tratamiento de la depresión mayor.

Sin embargo, cuando no se administra correctamente, la ketamina puede provocar una sedación peligrosa y pérdida del conocimiento. En casos graves, puede provocar dificultad para respirar, que puede ser mortal.

En dosis más bajas, la falta de control puede provocar confusión y suicidio accidental. Su potencial de adicción y abuso también es motivo de preocupación.

La creciente tendencia de clínicas independientes que ofrecen tratamiento con ketamina para problemas de salud mental genera preocupaciones sobre el diagnóstico adecuado, la idoneidad del tratamiento y el manejo de los efectos secundarios.

Sasop enfatiza que la ketamina sólo se recomienda para adultos con depresión resistente al tratamiento. Advierte contra su uso en niños y en condiciones como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

Estados parecidos al trance, alucinaciones y distorsiones sensoriales.

La ketamina se administra por vía intravenosa durante 40 a 50 minutos, seguido de un tiempo de recuperación. Los tratamientos iniciales suelen incluir seis sesiones durante dos o tres semanas con posibles sesiones de mantenimiento.

La droga puede causar experiencias disociativas, incluidos estados similares a trance, alucinaciones y distorsiones sensoriales, lo que hace que un entorno seguro y controlado sea esencial.

Los posibles efectos secundarios incluyen náuseas, aumento de la presión arterial, problemas respiratorios, sedación y, con el uso prolongado, problemas de vejiga, riñones y hígado. El riesgo de adicción puede llevar a dosis cada vez más altas y peligrosas.

Sasop enfatiza que la ketamina sólo debe ser recetada y administrada por un psiquiatra o médico calificado. Esto debería ocurrir en una instalación equipada para monitorear y manejar los efectos adversos.

Se deben seguir las pautas de la Sociedad Sudafricana de Anestesistas (SASP) para garantizar la seguridad y eficacia del tratamiento.

Se necesitan más investigaciones para comprender completamente los efectos a largo plazo de la ketamina y su seguridad como tratamiento psiquiátrico.

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