Un estudio realizado por la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón (ESRF) sugiere que las primeras especies de Homo pueden haber tenido una larga infancia antes del desarrollo del cerebro, desafiando puntos de vista arraigados sobre la evolución de las cosas. Los hallazgos se basan en el desarrollo dental de un cráneo de Homo casi completo, excavado en el sitio de Dmanisi en Georgia, y que data de hace 1,77 millones de años. El equipo del ESRF, en colaboración con la Universidad de Zurich y el Museo Nacional de Georgia, utilizó imágenes de sincrotrón avanzadas para estudiar los dientes del espécimen, proporcionando información sin precedentes sobre los mecanismos de crecimiento de los primeros humanos.
El desarrollo dental como clave del crecimiento
El investigación analizaron las microestructuras de los dientes que, al igual que los anillos de los árboles, registran el crecimiento diario, proporcionando así información sobre el crecimiento general del cuerpo. Christoph Zollikofer, autor principal del estudio de la Universidad de Zurich, explica que los dientes sirven como un registro fiable del desarrollo infantil. Según Paul Taffeau del ESRF, coautor del estudio, el desarrollo dental a menudo se asocia con un desarrollo físico más amplio, incluido el desarrollo cerebral.
Los hallazgos revelaron un patrón único en el que los dientes posteriores crecieron más lentamente que los frontales en los primeros cinco años del modelo. Este patrón, combinado con la dependencia de cuidadores adultos, apoya la hipótesis de que los primeros hijos del Homo pueden haber dependido de los adultos durante mucho tiempo, como los humanos modernos.
Implicaciones para la hipótesis del “buen cerebro infantil”.
El descubrimiento podría cambiar la forma en que se entiende el concepto de “altura infantil”. Las teorías anteriores creían que los años infantiles más largos se debían principalmente a un aumento en el tamaño del cerebro. Sin embargo, este espécimen de Dmanisi, a pesar de tener un cerebro pequeño en comparación con el de los grandes simios, mostró evidencia de apoyo a largo plazo para los miembros del grupo de edad avanzada, indicando quizás que la atención de la sociedad, más que el tamaño del cerebro, fue el principal impulsor de la civilización extendida. .
David Lordkipanidze, del Museo Nacional de Georgia, señaló que un anciano de Dmanisi sobrevivió sin dientes, lo que significa que eran instituciones sociales donde el conocimiento se transmitía de generación en generación. Este marco evolutivo sugiere que una infancia prolongada evolucionó temprano, facilitando la transmisión de la cultura, lo que facilitó el desarrollo y el retraso del cerebro.
Los hallazgos, publicados en Nature, muestran que el desarrollo gradual de un largo período de la infancia puede haber jugado un papel fundamental en el desarrollo humano temprano y la cohesión social.